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Es un trastorno de la conducta alimentaria, basado en el miedo a perder la figura, en este caso no buscan solo estar delgadas, sino que buscan una figura perfecta. No quieren estar demasiado delgadas, ni demasiado gordas. Este miedo puede hacerse obsesivo, al igual que en la anorexia.
La rigidez mental hacia la comida provoca numerosos atracones descontrolados, que suelen ir seguidos de culpa intensa, debido al miedo a engordar. Debido a esta culpa y este miedo, realizan conductas compensatorias, que buscan “equilibrar” lo que han comido, por ejemplo, vómitos o deporte intenso.
Al igual que en el resto de trastornos mentales, los síntomas de la bulimia se pueden clasificar en 4 grupos:
Las emociones en la bulimia son variadas y muy intensas. Como explicamos anteriormente, hay un miedo a perder la figura, que deriva en culpa por comer cantidades elevadas de comida o por comer diferentes alimentos prohibidos (hidratos de carbono, por ejemplo). Dicha culpa aparece también al sentirse llenas o hinchadas, tras la comida y, sobre todo, tras el atracón. Estas emociones producen, a su vez, elevada ansiedad y angustia.
Sienten una ausencia de control sobre los atracones y las conductas compensatorias. Esto provoca miedo y vergüenza si alguien les ve.
En la bulimia, al igual que en la anorexia, hay una autoevaluación muy dependiente del peso y la constitución física, no tanto de la capacidad personal. Hay muchas preocupaciones en torno a lo que piensan los demás de uno mismo.
Las preocupaciones les llevan a obsesionarse con el control de las calorías y la composición de todo lo que comen. Suelen tener alimentos prohibidos, como los hidratos de carbono. En este sentido, observamos normas rígidas e irrompibles, que producen mucha angustia.
Puede haber pensamientos intrusivos, rumiativos y/o obsesivos hacia uno mismo o una situación concreta que les haya sucedido.
Además, entre los síntomas de la bulimia encontramos que aparecen pensamientos en los que la persona se infravalora a sí misma al tener un atracón, lo que provoca mucha culpa. “Soy una inútil, acabo de perder todo lo ganado en estos meses, qué desastre…”
En el caso de la bulimia, observamos el uso de atracones repentinos y descontrolados como medio de afrontamiento o manejo emocional o de alguna situación compleja. Los atracones no son planificados, sino que son más bien como un impulso, y siempre van seguidos de una conducta de compensación:
Además, observamos una búsqueda obsesiva y recurrente de información en internet, que casi nunca es buena para la salud. Suele ser información muy reforzadora del problema. Esta búsqueda también se produce en redes sociales, siguiendo a personas que dan malos consejos, por ejemplo.
Suele haber cierto aislamiento social y una evitación de enseñar alguna parte del cuerpo, por ejemplo, las piernas, los brazos, la barriga…, debido a la culpa y la vergüenza.
Debido a la rutina atracón-compensación establecida por estos pacientes, se producen muchos daños gastrointestinales. Suele haber deficiencias nutricionales, a veces importantes. Además, como consecuencia del vómito, se puede producir una hinchazón de los pómulos.
Al igual que en la anorexia, en la bulimia nos encontramos con una ausencia de recursos energéticos, por lo tanto, puede aparecer una falta de energía en general, con lo que todo ello produce: arritmias cardiacas, dolor de pecho, dolor de cabeza, mareos… Los efectos fisiológicos no suelen ser tan negativos como en la anorexia, pero puede igualmente complicarse.
Al igual que todos los trastornos mentales, observamos que la bulimia tiene varias causas que confluyen en su desarrollo y mantenimiento y que deben ser analizadas por un psicólogo experto en TCA. Hay que tener en cuenta que ninguna sola explica por sí misma todo el trastorno:
La herencia genética siempre juega un papel predisponente importante, es decir, hace más vulnerable a la persona de sufrir bulimia, pero no la provoca por sí sola.
El aprendizaje a lo largo de nuestra vida, sobre todo en la infancia y la adolescencia, es un factor muy importante a tener en cuenta en los TCA. Sobre todo, nos resulta de especial interés la educación por parte de la familia cercana, padres y hermanos.
Sin embargo, también resultan de interés otras personas, como las influencias de los compañeros y amigos, los profesores y la familia extensa (tíos, primos, abuelos…), que pueden tener un papel fundamental. Actualmente, también juega un rol importante la sociedad en su conjunto y, sobre todo, en las redes sociales.
Durante nuestra vida, y en contacto con los demás, podemos ir aprendiendo muchas cosas. Algunas nos afectan para bien y otras para mal. En casos de bulimia se observa que, sobre todo, afectan dos cosas:
La personalidad es un factor muy importante en los TCA. Aunque no es en todos los casos igual, se observa un tipo de persona que trata de parecer fuerte y confiada, aunque en realidad duda de sí misma. Con normas rígidas hacia la comida y el físico, pero con un millón de dudas hacia los demás. Sobre todo, hacia los iguales, a los que dan una importancia desmesurada.
Suelen ser personas dispuestas a ayudar, pero reticentes a dejarse ayudar. Esto, que aparece en muchos problemas psicológicos, genera mucho sufrimiento, porque nos damos el mensaje de que no somos tan importantes como los demás.
Una experiencia traumática durante la infancia es algo difícil de asimilar para un niño, por lo que puede ser causa de bulimia. Muchas veces hay un secretismo hacia lo ocurrido, que es malamente explicado. La persona no lo entiende, no lo asimila de manera correcta y, en muchas ocasiones, lo termina pagando consigo misma. En este proceso, la autoestima se ve muy mermada, y el cuerpo se lleva la peor parte en numerosas ocasiones. Aquí es donde se inicia la bulimia.
Además, el tipo de personalidad más centrada en los demás que en uno mismo puede jugar en nuestra contra si hay algún tipo de abuso, ya que vamos a mantener más el secreto si creemos que van a sufrir. Esto produce una incapacidad en el niño para asimilar la situación y, en general, suele terminar echándose la culpa de lo ocurrido.
Los factores actuales de estrés son aquellas situaciones que hoy en día nos generan una alta emocionalidad. Mucho trabajo, muchas preocupaciones, una ruptura, el diagnóstico de una enfermedad grave, un fallecimiento… Todo esto nos genera mucho malestar y, si no sabemos gestionarlo de manera adecuada, puede producirnos un trastorno mental. Si, durante nuestra vida, hemos aprendido a llevar este tipo de emociones desagradables mediante atracones y vómitos, es probable que vuelvan a aparecer.
El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria precisa necesariamente de un trabajo multidisciplinar:
En Psicolive Psicólogos, la psicóloga experta en TCA evalúa bien las causas de la bulimia que dan origen al problema. Buscamos los factores que produjeron el problema y los factores que lo mantienen a día de hoy. Una vez localizados, iniciamos el tratamiento en dos vertientes diferentes:
El psiquiatra es un médico especializado en salud mental. Trabajará para estabilizar la química cerebral, ayudándonos mucho con las emociones intensas, que suelen dificultar el trabajo psicológico.
Tanto un endocrino como un nutricionista pueden ayudarnos a mejorar la dieta, haciéndola algo más saludable. Nos ayudan a que no haya deficiencia en cuanto a nutrientes se refiere y a controlar mejor el peso, desde una perspectiva sana.
Puede ser de gran ayuda en casos más graves. Controlan mejor lo que come o deja de comer la persona y las conductas de purga que puedan tener. Les exponen al miedo a engordar y a la culpa por consumir determinados alimentos. Allí cuentan con todos los especialistas, que buscan la mejoría de la persona en el menor tiempo posible.
Sin embargo, seguramente tras la hospitalización sea necesario mantener visitas continuadas con los especialistas.
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